INTA Argentina, Cítricos: ¿cómo reducir el impacto de la falta de agua?

En un escenario marcado por el déficit de precipitaciones, especialistas del INTA Bella Vista (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria de Argentina) brindan recomendaciones para minimizar el impacto en el rendimiento. Riego, control de malezas y nutricional, entre los puntos más relevantes.

Corrientes tiene tradición en el cultivo de frutales, en particular de cítricos. Según datos del Relevamiento Citrícola 2017/2018, realizado por el Ministerio de la Producción provincial de Argentina, el territorio cuenta con 24.711 hectáreas de cítricos y produce más de 540.100 toneladas, de las cuales el 52,8 % corresponde a naranjas, el 30,8 % a mandarinas, el 14,5 % a limón y el 1,9 % a pomelo, dijo Víctor Beltrán, jefe del grupo Citrus del INTA Bella Vista.

Sin embargo, para alcanzar esos volúmenes, las plantas requieren distintos niveles de hidratación, que dependen de la especie y del estado fenológico.

Por esto, y frente a un contexto caracterizado por el marcado déficit hídrico que registra la región, especialistas del INTA Bella Vista –Corrientes– brindan recomendaciones para reducir el impacto de la falta de agua en la cosecha y en el rendimiento. Entre las principales prácticas se destacan aspectos ligados al manejo del suelo, control de malezas, riego y fertirriego y control nutricional,

“En general, los cítricos exigen alrededor de 1.100 a 1.200 milímetros de agua, aportados por lluvias bien distribuidas a lo largo del año”, comentó Andrés Ramírez, especialista en cítricos de esa unidad del INTA.

Y agregó: “Actualmente, la región registra un marcado déficit hídrico en comparación con la media anual. En los primeros seis meses de 2020 cayeron 359,7 milímetros, cuando la media histórica registrada en la EEA INTA Bella Vista en 90 años debería ser 728,4 mm en esos seis meses, lo que destaca el marcado déficit pluviométrico y el estrés hídrico que poseen las plantas”.

Factores climáticos

Factores climáticos, como el efecto de la Oscilación Sur (ENOS), provocan variaciones en las precipitaciones estacionales –excesos o escases– que impactan en la producción.

“Años caracterizados por el fenómeno La Niña, generan veranos con un marcado déficit hídrico”, señaló Ramírez quien explicó que esa situación impacta negativamente en los rendimientos, debido a que coincide con momentos claves para el desarrollo y crecimiento del fruto y pueden afectar directamente la producción, tanto en cantidad y en la calidad de fruta.

Frente a estas condiciones, desde el INTA Bella Vista recomiendan que el productor pueda informarse y tomar contacto con los técnicos u organismos del área para tomar las mejores decisiones.

“La capacidad para afrontar la seca depende de si el cultivo posee o no equipo de riego”, indicó el especialista quien destacó la importancia de conocer la calidad del agua que se dispone.

“En los lotes que no poseen equipo de riego, la disminución en el rendimiento a cosecha se sitúa entre el 30 y el 50 %”, expresó Ramírez, y explicó que, por un lado, provoca disminución en la cantidad de unidades de fruta en la planta y, por otro lado, se reduce el tamaño de los frutos.

De todos modos, mantener el suelo cubierto con abonos verdes, no solo ayuda a disminuir la erosión, sino que, además ayudan a mantener la humedad, mejoran la calidad física, reducen la compactación e incrementan el contenido de materia orgánica.

“Los abonos verdes son un gran aliado porque mejoran la retención de agua, aportan y reciclan nutrientes, fijan carbono, mejoran la infiltración, captan agua y reducen la evapotranspiración”, detalló Darío Taiariol –investigador del INTA Bella Vista– y añadió: “Otros beneficios para tener en cuenta son el aumento de la biodiversidad, la regulación de las plagas, el control de malezas y de nematodos”.

Si bien el clima seco y la falta de agua son condiciones que no predisponen a la proliferación de enfermedades bacterianas y fúngicas en citrus, una de las plagas que sí adquiere relevancia es la arañuela roja (Tetranychus mexicanus).

“Es conveniente realizar monitoreos semanales o quincenales, prestando atención al envés de la hoja, lugar donde crecen las colonias”, explicó Alcides Aguirre –especialista en plagas del INTA Bella Vista–, quien puntualizó en la importancia de controlarla a tiempo, por la dificultad característica que presenta.

En cuanto al manejo nutricional, se debe restringir el uso de altas dosis de nitrógeno, a fin de evitar grandes brotaciones que demandan altas cantidades de agua. “Elementos como el potasio brindan mayor resistencia ante situaciones de estrés de la planta, o el fosforo que incrementa el número de raíces que pueden explorar en el suelo por más agua”, puntualizó Ramírez.

Por último, entre las pautas de manejo aconsejadas durante la seca, se incluye el control de las malezas, tanto entre las plantas como entre las filas. “El control puede ser químico o usando herramientas mecánicas, como rastras, carpidoras o desmalezadora”, indicó el experto.


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